Los católicos estamos de fiesta porque este fin de semana conmemoramos Pentecostés (significa 50 días después de la Pascua). Para celebrar este evento tan importante que marca el inicio de la misión evangelizadora de los primeros discípulos. Se realizan muchos ritos uno muy tradicional es la vigilia de pentecostés. Tradicionalmente, se celebra el sábado anterior al Domingo de Pentecostés, pero en este año la Providencia quizó que coincidiera el sábado con el día de las madres en México. Por ello, el viernes terminó en esta vigilia en una parroquia al sur de la ciudad.
La vigilia consistió en tres partes. La primera de oración contemplativa con el santísimo y dirigiéndonos al Espíritu Santo, dejarnos amar por el Creador, es algo inenarrable. Es meditar desde el silencio para encontrarnos con el Autor de la Vida. La segunda parte, fue de catequesis sobre la importancia del Espíritu Santo para la Iglesia. Finalmente, la tercera era el convivio con tamales, chocolate y atole (¡¡Deliciosos!!).
En otro post trancribiré un resumen de esa enseñanza del P. Luis.
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